Lapas en peligro de extinción cambian de sexo para mejorar su supervivencia.

La lapa ferruginosa es uno de los invertebrados más amenazados del mar Mediterráneo y está catalogada como en peligro de extinción. Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales han descubierto su estrategia reproductiva, que consiste en cambiar de sexo tanto de macho a hembra como al contrario, lo que mejora su capacidad para adaptarse a los cambios en su entorno.
La especie de lapa endémica del Mediterráneo Patella ferruginea comparte el triste privilegio, con otras especies mas conocidas como el lince ibérico y el águila imperial, de estar incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas en su máxima categoría de protección, en peligro de extinción.
Poe este motivo, este invertebrado denominado comúnmente como lapa ferruginosa dispone desde 2008 de una Estrategia Nacional para la conservación de la especie. La multa por realizar labores de marisqueo con esta lapa oscila entre 60.000 y 300.000 euros.
Uno de los problemas para la recuperación de esta lapa es la escasez de conocimientos acerca de aspectos básicos de su biología. Se ha descubierto por primera vez esta parte de su estrategia reproductiva de forma experimental.
El desconocimiento biológico de la especie no es extraño ya que está tan amenazada que quedan pocas poblaciones naturales en buen estado en las que poder llevar a cabo estudios. Uno de ellos es el archipiélago español de las Islas Chafarinas frente a las costas norteafricanas.
Hasta ahora se consideraba a la lapa ferruginosa como una especie hermafrodita proterándrica, lo que significa que los juveniles, cuando alcanzan la madurez sexual, lo hacen como machos y, posteriormente, en algun momento de su ciclo vital cambian de sexo y se transforman en hembras.
Esta habilidad es frecuente en moluscos y, en particular, está generalizada en las lapas. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones se ha llegado a esta conclusión a través de datos indirectos. "Por ejemplo, se basan en el hecho de que los ejemplares de menor talla tienden a ser machos y que los más grandes suelen ser hembras".
Para confirmar que realmente cambian de sexo, comenzaron en 2006 una compleja labor consistente en sexar a una serie de ejemplares y volver a hacerlo un año mas tarde, en su siguiente periodo reproductor (esta especie solo se reproduce una vez al año) para comprobar si habían cambiado de sexo.
Esto puede parecer sencillo, pero no lo es. Sexar los ejemplares supone que en la época del año en que están maduras, entre octubre y noviembre, hay que separarlas del sustrato, manipularlas, y hacerles una pequeña biopsia con una jeringuilla para tomar una pequeña muestra de la gónada para saber según lo extraído su sexo.
Después devolvían a los ejemplares al litoral, en el mismo punto donde se habían capturado, e intentaban hacerlo de forma que se adhieran al sustrato y de ese modo garantizar que siguen con su modo de vida.

 fuente: http://www.agenciasinc.es/Noticias/

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